Una guía práctica de maridajes de comida y cerveza para los amantes del vino
Aunque la cerveza sea la bebida de aperitivo por excelencia, sería una pena limitarla a ese papel. Hablamos de un producto milenario, ¡así que hay que ser respetuoso! Al igual que el vino, la cerveza merece su lugar en la mesa durante una comida. Le Petit Ballon explica cómo crear el maridaje perfecto.
Acompañar tu comida con una cerveza: ¿por qué funciona?
¿Servir cerveza en la mesa en una región vinícola? ¿Le Petit Ballon ha perdido el control? No te preocupes, no te sugerimos que abandones tus botellas de tinto o blanco; nos encantan tanto como a ti. El objetivo de esta guía es, más bien, abrir el abanico de posibilidades y ofrecer alternativas cerveceras a los aventureros del gusto, especialmente si buscas algo con menos alcohol (¡no gracias al cambio climático, una vez más!).
A menudo leemos y escuchamos que hay una cerveza para cada plato, y es totalmente cierto, dada la multitud de estilos existentes que desarrollan una variada paleta de aromas y sabores. Mientras que el vino equilibra la acidez y el dulzor, permitiéndose a veces un toque de salinidad, la cerveza invita a la fiesta a su amargor lupulado. Y el amargor, con su efecto depurativo y calmante (ya sabes, ese que te hace querer tomar otro sorbo en cuanto has bebido el anterior), es el acompañamiento ideal para una cita gastronómica .
Otro punto a favor de la cerveza: su efervescencia. Las pequeñas burbujas creadas por la fermentación también tienen un efecto depurativo, que puede aligerar platos grasos o muy dulces. Si bien la tendencia actual se inclina por los champanes secos o brut, que son un poco más difíciles de maridar, la cerveza puede ser una alternativa perfectamente coherente.
Las reglas a seguir
Así como no intentarías maridar un boeuf bourguignon con un vino blanco ligero como el Muscadet AOP, la regla general es equilibrar la intensidad del plato y la de la cerveza que se disfruta. Si una predomina por completo sobre la otra, sería un desperdicio... Nuestro boeuf bourguignon, en este caso, es un plato rico y aromático, y solemos recomendar maridarlo con un vino tinto estructurado y equilibrado (ni demasiado tánico ni demasiado ligero). En cuanto a la cerveza, el equivalente sería una doble belga con notas caramelizadas y afrutadas, o una porter con sus aromas tostados.
En tu búsqueda de la combinación perfecta, deberás determinar qué tipo de combinación quieres lograr. Hay tres:
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Coincidencia de resonancia: intentamos encontrar aromáticos o sabores similares en la cerveza y en el plato, por ejemplo, una cerveza negra con un pastel de chocolate negro.
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Maridaje de contrastes: es la asociación de dos sabores o texturas opuestas, siendo el más conocido seguramente el dulce/salado.
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El acuerdo complementario: es menos obvio, porque se trata de encontrar el plato y la bebida que se potencien mutuamente – si alguna vez has probado el chocolate con frambuesa, sabes a qué nos referimos.
Lo complicado es que una cerveza o una comida rara vez tienen un solo sabor, por lo que probablemente tendrás que imaginar varias combinaciones en una.
Una última regla para que disfrutes al máximo de tu cata: recuerda que no todos los estilos de cerveza se disfrutan mejor a la misma temperatura. Cuanto mayor sea el aroma y el contenido de alcohol, mayor será la temperatura ideal de servicio. Un buen punto de partida es multiplicar el contenido de alcohol por 1,5 para determinar la temperatura correcta.
Algunos ejemplos de acuerdos para probar
Quizás conozcas el consejo que se suele dar para maridar comida y vino: aprovechar al máximo el terroir, como un vino de Saboya con fondue. En el caso de la cerveza, esto será un poco más complicado, ya que un estilo puede elaborarse en cualquier lugar (excepto algunas, protegidas por una Indicación Geográfica Protegida). Esto también significa que no hay especificaciones que determinen el sabor que debe tener una cerveza de un estilo determinado. Por lo tanto, dos latas etiquetadas como "IPA" pueden resultar muy diferentes en el paladar. ¡No es ningún secreto, tendrás que probarlas!
Para comenzar tu viaje al mundo de los maridajes de comida y cerveza, te recomendamos explorar la ruta del queso. ¡Un producto fermentado más otro producto fermentado significa que hay pocas posibilidades de equivocarse! Además, evitarás la eterna discusión sobre "vino tinto o vino blanco". Un queso de cabra fresco maridará bien con una cerveza de trigo ligera y afrutada, un Gouda joven encontrará su media naranja en una botella de Doppelbock, y un Roquefort maridará bien con una IPA doble.
Y para llevar tus aventuras culinarias aún más lejos, ¿por qué no pruebas a usar cerveza directamente para preparar tu plato? Prueba el brownie de chocolate y cerveza negra, y cuéntanos qué tal te va...
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Artículo escrito por Hélène y los Houblon para Le Petit Ballon.